Se dice que en Éfeso, ciudad grande y célebre de Grecia, existió promulgada por los antiguos una ley dura, pero no injusta, por la que se obligaba al arquitecto, cuando se encargaba de dirigir una obra pública, a fijar el coste a que podría ascender, y aceptada la cantidad del coste, quedaban hipotecados todos sus bienes ante el magistrado hasta que estuviese totalmente terminada la obra. Acabada ésta, si el coste había respondido a lo estipulado, quedaba el arquitecto libre y era premiado con decretos honoríficos; y aún si el coste hubiera excedido una cuarta parte más de la apreciación hecha, la diferencia se pagaba del dinero público y el arquitecto no quedaba sometido a pena alguna; pero si se había gastado más de ésa cuarta parte, el exceso se abonaba con cargo a los bienes del arquitecto hasta terminar la obra. Ojalá los dioses inmortales hiciesen que esta ley se hubiera promulgado también en el pueblo romano no sólo para los edificios públicos sino asimismo para los particulares, porque así no sólo no quedarían sin su castigo las injerencias de los ignorantes, sino que sólo harían profesión de arquitectos los que por sus esmerados conocimientos pudieran ser tales y los padres de familia no se verían forzados a hacer gastos infinitos, hasta casi quedar arruinados; y los mismos arquitectos, obligados por temor de la pena, calcularían con más diligencia antes que todo el coste de la obra…»
Marco Vitruvio (arquitecto, escritor e ingeniero griego), en el siglo I A.C.
Menos mal que esto no se aplica a la informática, porque de ser así más de un informático / informático asimilado acabaría arruinado, en la cárcel o vete tu a saber cómo. Bueno, más bien quizás algún informático quedaría libre…
El texto lo conocí en una presentación que usó un profesor del Máster de Dirección de Proyectos (Martín Barrasa), y luego encontré una referencia en Soft.es
Esto me recuerda a otra cita recurrente en mis estudios que decía algo así como:
^^ :roll: