Estos días en muchos pueblos se celebran fiestas que exaltan el ruido, el peligro y la pólvora (o era la emoción y la tradición… bah, lo que sea…), pero en todas estas fiestas los encargados de manipular los fuegos artificiales son humanos. Se discrimina claramente a los animales, incluido al mejor amigo del hombre, el perro… menos mal que hay canes intrépidos que intentan arreglar esta situación!