Hoy mismo (técnicamente el post lo publicaré en unos minutos, con lo cual será mañana, pero podemos obviar esa disquisición) he vuelto de mi anunciado viaje por Roma. Mientras estuve allí, apenas cacé alguna wifi sin cifrar por la calle, los cibers eran bastante caros (y lo de andar metiendo mis datos en esos manoseados PCs no me acababa de convencer), así que he estado bastante aislado. Dado que en unas vacaciones ese es el objetivo, todo perfecto.
En el viaje, aparte de visitar el objetivo principal, Roma, pasé un par de días en Florencia. Es una ciudad relativamente pequeña (no llega a 400.000 habitantes), pero preciosa, muy cuidada y con auténticas perlas para un visitante que vaya un poco descuidado, como yo iba: la galería Uffizzi, Il Duomo, la basílica de Santa María del Fiore, etc. Al ser una ciudad de un marcado carácter cultural y estudiantil, me recordó bastante a Santiago de Compostela, aunque «a lo bestia».
Tras pasar por Firenze e ir acostumbrándose al italiano, que es tan parecido al español que apenas hay que apender unas palabras para poder hacerse entender (por ejemplo: pericolo, porca putana, io voglio una pizza napoletana, dove si trova il toilette), tocó visitar Roma. Y ahí fue cuando me sentí pequeño. Cada vez que me preguntan por la impresión que me dio, repito lo mismo, el sentimiento de grandeza que me causó. Fue grande en el pasado, inmensamente grande, y de ello quedan innumerables vestigios repartidos por toda la ciudad: las columnas, vasijas, paredes, templos, y demás hallazgos arqueológicos que van haciendo son tantos que se pueden encontrar en prácticamente cada plaza de la ciudad (eso cuando la plaza no es un resto arqueológico en sí misma). Aparte de la evidente historia del periodo clásico, que impresiona por lo que fue y por todo lo que aún queda de ella, es muy sorprendente la cantidad de arte que queda de la época Renacentista, pudiendo caminar por calles enteras que parecen sacadas de una galería de arte barroco. Hay momentos en los que realmente te deja sin palabras.
A cada paso que das en Roma encuentras algo digno de ver. Ya sea un yacimiento de la época imperial, un museo con artículos recuperados o una plaza del Renacimiento ideada o llena de esculturas de Miguel Ángel o Bernini, en los cuatro días que pasé en Roma pasé poco tiempo sin tener algo impresionante delante de mi. Y sino, entrar en cualquier pizzería o trattoría de barrio hace que se te olvide cualquier mal trago, porque la comida italiana que preparan en Roma es deliciosa. Creo que nunca volveré a ver a las pizzas como antes tras probar las pizzas de forno di legna italiana…
En parte aún siento que sigo en Roma, y aún tengo un poco desorganizado en mi cabeza el viaje. Culpa de ello lo tiene que mañana vuelva al trabajo y la rutina, mi cabeza querría seguir paseando por la zona de la Piazza di Spagna o dar una vuelta por los alrededores de la Piazza di Trevi. Suerte que aún quedan un montón de fotos por revisar, ayudarán a que la Ciudad Eterna haga honor a su nombre en mi memoria; y tranquiliza saber que volveré gracias a aquel céntimo que dejé en la Fontana di Trevi
¿Una ciudad relativamente pequeña de 400000 habitantes? Joder, vaya cómo te las gastas ;)
Italia mola mogollón, especialmente Roma. Me alegro de que lo pasaras bien.
Amigo, es que comparado con Roma todo se hace pequeño xD
Parece que lo has pasado bien, jejeje
Y no has dicho de la magnífica agenda que preparé y las maravillosas cosas que te llevé a ver… sniff…sniff…
xDDD
Sin contar las vueltas que dimos hasta encontrar el templete de Bramante xD
Está muy chulo. Me alegro de que lo pasases bien :)
PD: ¿Por qué ahora firmas con tus datos reales?
Ah, me pasa cuando no estoy logueado y me salta el openid, que pone mis datos en en vez del nick